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[COLOMBIA] "Sin Olvido... Tierralta, el Conflicto Armado, la apropiación de la naturaleza y la Imposición Hidroeléctrica y Extractivista"


 "Tierralta, uno de los epicentros del conflicto armado colombiano; desde finales de los ochenta, el municipio sirvió de sede a la ofensiva de los grupos de autodefensa, los narcotraficantes y la clase política regional para desterrar a la guerrilla que asolaba la zona y hacerse con las tierras fértiles, el agua, los minerales, los cultivos de coca. Para ello, estimaron preciso desarraigar a más de 30.000 habitantes de Tierralta, perpetrar 22 masacres en el departamento de Córdoba y asesinar a cientos de personas, entre ellas al menos a nueve líderes indígenas del pueblo embera-katío opuestos a la construcción de Urrá, la represa emblemática del desarrollo económico de la región que los paramilitares respaldaban con fuego (…)

colombia    Descontentos con las negociaciones de paz con la guerrilla del gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), sectores de las fuerzas militares y de los ganaderos de la región conformaron grupos de autodefensa. En el Magdalena Medio y justamente alrededor de Tierralta se gestaron los primeros grupos paramilitares de este tipo en el país, que, en el caso cordobés, se llamarían luego Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, y serían comandadas por los hermanos Fidel y Carlos Castaño, conocidos como Los Magníficos.

Durante las décadas de los ochenta y los noventa, los paramilitares cometieron múltiples masacres en la región buscando “limpiar” la zona de guerrilla, libraron una lucha territorial a costa de la población civil e impusieron el dominio de la violencia sobre la repartición de la tierra. A mediados de los ochenta, Fidel Castaño se desplazó a los límites entre los municipios de Córdoba y Antioquia, y compró la finca Las Tangas en el municipio de Valencia, con el fin de entrenar sicarios, mantener su negocio del tráfico de drogas y brindar seguridad privada a ganaderos de la región, comerciantes, jefes políticos y capos del narcotráfico.
Entre 1980 y 1993, en la región se cometieron más de 400 masacres y 200 crímenes políticos. En 1997 aumentó la presión territorial no solo en Córdoba, sino en todo el país. Las Autodefensas de Córdoba convocaron a líderes de diferentes grupos de autodefensa de varias regiones del país para formar las Autodefensas Unidas de Colombia, que llevaron a cabo estrategias tanto militares como políticas para expandir su control y poder territorial, así como una lucha frontal contra lasFARC. A partir de esta época, la agresión contra la población civil se volvió rutinaria y el despojo de tierras, masivo.

    En la cuenca del río Sinú, la tierra fue vaciada de gente, y los humedales, de agua. Para desecar los cuerpos de agua y protegerse de los desbordamientos, los hacendados concretaron su despliegue imaginativo en distintos tipos de obras: terraplenes, muros de contención, presas de riego y taludes. Las obras de relleno y desecación de cuerpos de agua eran luego terrenos apropiados por particulares. Estas prácticas no eran mal vistas por las autoridades públicas. De hecho, fueron consideradas actividades sanitarias, a pesar de que Colombia firmó en 1971 la Convención Ramsar que protege humedales, y el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora) adjudicó terrenos desecados a particulares como si fueran baldíos.

Los paramilitares hicieron parte de esta campaña de extensión de tierras a costa de las ciénagas. Sin contar con permiso ambiental alguno, las autodefensas, a través de alias Móvil 39, hombre de confianza del jefe paramilitar Salvatore Mancuso, construyeron “un dique de cemento de 74 metros de largo, por cuya superficie pasa una carretera”, con el cual “le dictaron la sentencia de muerte a la ciénaga de Betancí, uno de los patrimonios biológicos del país y del departamento de Córdoba”. Como consecuencia, concluía El Tiempo en 2001, “existe el grave peligro de que con el dique la ciénaga se convierta en un estanque de aguas podridas de 2.800 hectáreas (equivalentes a unas 4.666 canchas de fútbol), y luego se seque lentamente,integrándose a las tierras de ganadería extensiva que existen en sus riberas”.

    El modelo territorial que se fue imponiendo en Córdoba sufría año tras año una amenaza: las inundaciones. Se estima que en promedio 16.000 familias son afectadas anualmente y que los costos de los daños ascienden a entre 2 y 3 puntos porcentuales del PIB departamental. Muchos de los damnificados de las inundaciones son pobladores muy pobres asentados en antiguos humedales o ciénagas desecadas, y por lo tanto especialmente vulnerables. Sin embargo, también los dueños de grandes extensiones de tierra se ven afectados al tener que trasladar el ganado y asumir considerables pérdidas económicas. Como lo relató en nuestra entrevista Víctor Negrette, director del Centro de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Sinú, “muchas haciendas permanecen inundadas tres o cuatro meses, limitando los ingresos de los hacendados. Y en verano, las sequías les dañan el negocio. Por las mismas condiciones naturales, la ganadería extensiva no tiene ni doce meses, sino entre cuatro o seis en donde generan algún tipo de dinero”.

    El círculo vicioso que se repetía en Córdoba entre la desecación de ciénagas, la apropiación de nuevas superficies para ganadería extensiva y las inundaciones que resultaban de la pérdida de humedales que absorberían el exceso de agua, requería una solución. La represa de Urrá, para las élites regionales, no solo traería progreso a la región, sino que redimiría al departamento del flagelo periódico de las inundaciones.
Hoy, tras la construcción de la represa, la situación económica y social es muy similar a la que encontró la misión del Gobierno estadounidense en 1963. El 12% de la población posee el 86% de la tierra, y el departamento está entre los cinco más pobres del país.”

Rodríguez Garavito César, Natalia Orduz Salinas. “Adiós río. La disputa por la tierra, el agua y los derechos indígenas en torno a la represa de Urrá” Libro disponible en PDF http://odhpi.org/wp-content/uploads/2013/03/AdiosRio-Urra_Rodriguez-Orduz.pdf

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