40 millones
de
latinoamericanos no tienen acceso a los servicios de agua
potable, mientras
otras 52 millones se abastecen a través de sistemas que
representan un riesgo
significativo para la salud, según un estudio de la CEPAL. A
ello se añade que
81 millones sufren hambre y subnutrición, según la FAO.
En relación al problema del agua, el profesor Arrojo, quien es fundador de la Fundación Nueva Cultura de Agua y el primer español en recibir el Premio Goldman de Medioambiente, dice que éste no es un problema de escasez sino de quiebra de la salud de los sistemas acuáticos, lo que determina que donde antes podíamos beber hoy nos envenenamos o nos enfermamos. Critica a la minería a cielo abierto y revindica el agua potable como derecho ciudadano que debe estar por encima de cualquier criterio privatizador o mercantilista.
En relación al problema del agua, el profesor Arrojo, quien es fundador de la Fundación Nueva Cultura de Agua y el primer español en recibir el Premio Goldman de Medioambiente, dice que éste no es un problema de escasez sino de quiebra de la salud de los sistemas acuáticos, lo que determina que donde antes podíamos beber hoy nos envenenamos o nos enfermamos. Critica a la minería a cielo abierto y revindica el agua potable como derecho ciudadano que debe estar por encima de cualquier criterio privatizador o mercantilista.
La entrevista:
Actualmente se habla de que el mundo vive múltiples crisis, ¿qué intensidad tiene la crisis ambiental?
La crisis
ambiental
tiene su expresión oficial más contundente y reconocida en lo
que es el cambio
climático, que tiene unas repercusiones ya visibles y esperables
realmente
espeluznantes sobre todo para comunidades y lugares más
vulnerables, como puede
ser Bangladesh, y sobre todo en la gente más humilde y más pobre
que tiene
menos capacidad de adaptación a cambios bruscos, ya sea en la
agricultura, ya
sea en el medio rural, está siendo y va a ser un futuro
verdaderamente
doloroso.
Otra faceta
de estas
crisis ambientales la tenemos en lo que yo trabajo más, que es
lo que se conoce
como la crisis global del agua, de alguna manera podría decir
que hay una
paradoja trágica, la crisis global del agua en el planeta agua,
en el planeta
azul, millones de personas sin acceso al agua potable, diez mil
muertes diarias
solo de diarreas, y un número indeterminado, que ni siquiera se
estima, de
envenenamientos progresivos por metales pesados, por
contaminación tóxica, no
biológica, derivada de la minería a cielo abierto, derivada de
los agrotóxicos
y con unos impactos demoledores sobre la salud pública de las
personas.
Todo esto no
es un
problema de falta de agua, es un problema de quiebra de la salud
de los
sistemas acuáticos, donde antes podíamos beber hoy nos
envenenamos o nos
enfermamos. Por tanto, las crisis ambientales tienen muchas
facetas pero abren
frentes de dolor en la humanidad sin precedentes,
particularmente en las
comunidades más pobres.
¿Qué nos
puede decir
de la crisis alimentaria?
La crisis
alimentaria, por lo que dicen todos los informes oficiales
medianamente
sensatos, no es una crisis de producción de alimentos como de
acceso a los
alimentos que se producen o se pueden producir. El problema está
fundamentalmente en la pobreza, no en la no producción. Y tiene
que ver con lo
que está haciendo la desarticulación social y cultural del medio
rural de
comunidades tradicionales que acaban, por así decir,
desprotegidas de la
protección que daba el lugar tradicional de habitación. Todos
esos factores van
agravando los procesos de miseria, de vulnerabilidad de las
comunidades y al
final de acceso a los alimentos.
En el tema
del agua,
hay veces que se dice como vamos creciendo vamos a tener que
producir más
regadíos, y para eso más represas, y vamos a darle dos vueltas
de tuerca a la
explotación de la naturaleza. Es un error confrontar
pretendidamente la
producción de alimentos con la sostenibilidad de los
ecosistemas, es un error
mortal de necesidad, porque al quebrar la salud de los
ecosistemas, al quebrar
las capacidades naturales de producción de alimentos justamente
nuestra
tecnología no suple la destrucción de la producción de
alimentos, por ejemplo
cuando tenemos una gran represa en nombre que queremos hacer
agricultura más
industrializada (generalmente producimos agricultura qe no da de
comer,
agricultura de exportación, agricultura que da de comer a unos
pocos y
enriquece a los que ya son ricos) probablemente va a desplazar
población de la
zona de inundación de la represa y esa población queda
vulnerable, pasa a ser
población hambrienta.
O, también,
vamos a
destruir la pesca del río de la que vive mucho más gente de la
que pensamos,
porque la pesca es la proteína de los pobres. El quebrar las
pescaderías en las
masas fluviales de agua dulce, tiene consecuencias indirectas en
los litorales,
porque hoy se sabe que la pesca del litoral depende de los
flujos de nutrientes
que portan los ríos.
Todos estos
elementos
son claves, de tal manera que si queremos abordar la crisis
alimentaria el
problema no es tanto producir más alimentos sino acabar con la
pobreza, ser
capaces de distribuir mejor la riqueza que tenemos, de manera
que haya mayor
capacidad de acceso a los alimentos por parte de los más pobres.
Por otro lado,
el otro reto es recuperar el funcionamiento de la ingeniería
natural, que es en
el fondo la naturaleza, los ecosistemas, en su capacidad de
regenerar la vida y
de regenerar alimentos, ya sea pesca, agricultura, la fertilidad
del suelo. Ahí
tenemos, desde mi punto de vista, los grandes retos.
Las
transnacionales
presentan a los transgénicos como la solución para el problema
de la alimentación,
¿Qué opina usted?
Sencillamente
es una
gran mentira. Lo que se está consiguiendo con esa reingeniería
transformada en
gran negocio es perder la soberanía alimentaria, perder la
soberanía de poder
alimentarse y de poder regenerar sus medios de producción. Pasas
a depender de
una multinacional que te lo vende todo, te vende la semilla que
ya no puede
reproducirse, te vende el agrotóxico específico para esa semilla
y sin el cual
esa semilla tampoco produce, y se entra, por otro lado, a
riesgos de mediano y
largo plazo que nadie ha experimentado.
Nosotros
jugamos con
algo tan delicado y tan fino como es la herencia genética,
entramos en un túnel
cuyo final no conocemos, no digo que tenga que ser
necesariamente malo o
desastroso, en realidad no lo conocemos. Hemos cometido ya
tropelías y por
arrogancia tecnocrática que ahora empezamos a ver… yo recuerdo
de niño que
jugábamos con el DDT y nos echábamos DDT a la cara, pero
entonces nos habían
dicho que el DDT mataba mosquitos pero a las personas no hacía
nada, hoy
sabemos que es un tóxico para las personas y que se acumula en
nuestros
tejidos, a lo mejor yo muero antes de que me tocaba porque yo
jugué con el DDT
de niño. Esa imprudencia, esa arrogancia tecnocrática, en nombre
del negocio de
corto plazo, tiene sus exponentes más notables justamente en ese
negocio de los
transgénicos que se ha montado Monsanto y compañía.
Yo creo que
es una
enorme imprudencia, una temeridad, y que más nos valdría
investigar pero no
experimentar en vivo a gran escala, dar tiempo al tiempo, seguir
confiando como
cuestión esencial en las capacidades naturales de esta
ingeniería natural, que
no sé si la ha hecho Dios pero la hecho bien, una tecnología de
regeneración de
nutrientes, de regeneración energética a través de energía solar
que funciona
con una eficiencia que los humanos estamos lejos de emular
siquiera. Y no
olvidemos nunca que esos ciclos energéticos, esos ciclos
inmateriales, esa
ingeniera natural tan sofisticada funciona gratuitamente con
sofisticadas
tecnologías solares naturales.
Yo pienso
que tenemos
que prestar más atención, desde la investigación, a entender
bien esa
ingeniería natural que tenemos y a podernos engarzar bien
nuestras tecnologías
artificiales con esos procesos naturales, no entrar en
contradicción con ello.
Y, todo lo demás se puede seguir estudiando pero aquello que no
se conoce en
rigor en sus efectos de medio y largo plazo, y que tiene ver con
cuestiones tan
delicadas como el orden genético o con la información genética,
yo le daría
muchísimo más tiempo de información y sería un período de prueba
en pequeñito
no en vivo ni en la sociedad. Lo que pasa es que eso no es un
buen negocio para
Monsanto, esperar es perder dinero, luego, por tanto, los
riesgos los paga la
sociedad, mientras Monsanto se mete el dinero en el bolsillo.
Desde el
punto de
vista de la geopolítica, ¿cómo se está manifestando el problema
del agua en el
mundo?
En el mundo
ya se
califica como la crisis global del agua y yo añado en el planeta
agua. Tiene
grandes raíces a mi punto de vista. No es un problema
generalmente de escasez,
la inmensa mayoría de los mil millones que no tiene acceso al
agua potable
viven en países como Ecuador, al lado de un río. Lo que pasa es
que antes donde
se podía beber hoy nos envenenamos o nos enfermamos, es decir el
gran problema,
la gran raíz de las dificultades del acceso al agua potable no
es la falta de
agua sino del acceso a agua potable, a agua de calidad. La
primera razón es que
hemos quebrado la salud de nuestros ríos, de nuestros
ecosistemas acuáticos,
primero han muerto los peces y las ranas y luego enferman y
mueren las
personas, pero siempre las personas, más pobres, más
vulnerables. Y ahí viene
la segunda raíz del problema: la crisis de inequidad y pobreza
que hemos
producido desde un sistema capitalista profundamente inmoral. Y
la tercera, se
añade, es la pretendida solución del sistema neoliberal puesto
que el agua de
calidad la hemos hecho cada vez más escasa, se la ha
transformado en negocio,
un bien útil y escaso, se ha dejado que sea el mercado el que
administre los
sistemas de agua y saneamiento; la privatización de los sistemas
de agua y
saneamiento, está transformando lo que es una necesidad pública
en un negocio.
Eso está
transformando a los ciudadanos en meros clientes y si ese
cliente tiene una
Visa en el bolsillo a lo mejor puede estar tranquilo, pero si
soy pobre más me
valdrá rebelarme como los pobres de Cochabamba en la “guerra del
agua”. Y ahí
se está produciendo la tercera gran crisis, de gobernanza de los
servicios de
agua y saneamiento que va haciendo más vulnerables a los más
pobres porque al
ser clientes pobres son expulsados de sus derechos más
elementales.
¿Cuáles son
las
alternativas?
Ese es el
diagnóstico
y por tanto hay que reaccionar, pasando de la gestión de recurso
a la gestión
ecosistémica, como hemos pasado de la gestión maderera a la
gestión forestal,
entender que un río no es un canal de H2O sino que es un
ecosistema vivo, es la
pachamama, es hacer las paces con nuestros ríos. Sin eso
tendremos ríos
envenados.
Segundo, una
vez que
hagamos las paces con los ríos, y veamos cuanta agua sacar sin
quebrar la salud
del río, la clave está en distinguir el agua para qué, yo
distingo el “agua
vida” vinculada a los derechos humanos. Dice Naciones Unidas
(que requerimos)
30 litros /persona y día al menos de agua potable, es un derecho
humano, como
el cariño verdadero de la copla ni se compra ni se vende, se
garantiza como
máxima prioridad, máxima prioridad agua vida.
Yo pienso
que el agua
potable y el saneamiento en casa deben ser de acceso universal,
y entonces
deben ser un derecho si no humano ciudadano, la diferencia está
en que los
derechos ciudadanos también tienen deberes ciudadanos, pero no
de hacer
negociados en un mercado sino que deben ser acordados en una
sociedad democrática.
Hagamos un sistema tarifario en donde el primer bloque (30
litros) sea
gratuito, en donde el segundo bloque (100 litros más) tenga un
coste, pero que
recupere costes para la entidad pública de gestión, y cuando
lleguemos al
bloque de consumo más alto que ese sea cinco veces más caro, el
que llene su
piscina de lujo que sepa que está pagando también, a través de
una subvención
cruzada, el derecho de los más pobres a tener un servicio de
altísima calidad.
Por lo tanto, yo digo el “agua ciudadanía”, derechos y deberes,
de acceso
universal, pero fuera del esquema de privatización.
Y por último
el “agua
economía”. Bueno pues, la inmensa mayoría del agua se usa para
producir
agricultura de exportación, electricidad y otros mil bienes,
entonces yo digo
el derecho de los productores a ser más ricos a través del agua
pública, muy
bien, pero no es una prioridad, no se puede sacrificar la
calidad de un río con
una contaminación diciendo que estoy produciendo economía (…)
usted tiene una
fábrica de papel pero no es dueño de la salud de la gente, usted
no es dueño
del río, entonces ahí (se debe aplicar) estrictas condiciones de
sostenibilidad, y luego el pago del agua,
lo que nos haya costado, igual que el carpintero paga la madera y nadie se la subvenciona, pues pagar por el “agua economía” lo que haya costado al Estado llevar el agua.
lo que nos haya costado, igual que el carpintero paga la madera y nadie se la subvenciona, pues pagar por el “agua economía” lo que haya costado al Estado llevar el agua.
Y luego el
“agua
delito” que en América Latina se da mucho en actividades
económicas que se
justifican porque dan dinero, pero envenenan a la mayoría de sus
ciudadanos,
por ejemplo la minería de cielo abierto del oro y del cianuro,
eso es una
barbarie del siglo XXI que en muchos países ya se está
considerando fuera de la
ley, como un atentado a la salud pública, y no vale decir que
produce dinero,
porque al mismo tiempo envenena a la gente, tarde o temprano,
entonces lo que
yo llamo el “agua delito” debe estar fuera de la ley y la ley
debe perseguirlo
para que quede fuera de nuestra práctica social y económica. Ecoportal.net
Alai Amlatina
http://alainet.org/
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